Val Venosta, el Paraíso ideal para todas las manzanas

En la región sur de los Alpes, existe un Paraíso donde las manzanas han encontrado su lugar en el mundo. Se trata de Val Venosta, un valle de 70 kilómetros de largo y con unas condiciones más que idóneas, donde la tradición y l a modernidad se conjugan para hacer del cultivo de esta fruta una pasión, una razón de ser.




Y es que ninguna manzana crece tan cuidada y protegida tanto por la naturaleza como por la impronta humana como lo hacen éstas.

Manzanas protegidas por la naturaleza


Val Venosta se encuentra a entre 500 y 1.000 metros de altitud. Es la zona de Europa más alta dedicada al cultivo de manzanas y cuenta con unas condiciones climáticas y ambientales excepcionales, que se traducen en un sabor, turgencia y calidad inconfundibles.

A pesar de encontrarse en plena cordillera de los Alpes, Val Venosta goza de  más de 300 días de sol al año, gracias a la protección de los macizos de Ötzal y Ortler. Por otro lado, el viento del Passo Resia mantiene las cosechas  libres de humedad. Todos estos factores hacen posible  unas manzanas un sabor y dulzor inconfundibles. En definitiva, una unión magistral de las fuerzas de la naturaleza para crear un producto digno de compararse con el mejor de los manjares.

Cuando tradición, respeto y modernidad se unen


Esta protección de la naturaleza de nada serviría sin el trabajo abnegado de las más de 1.700 familias de agricultores que están detrás de una de las cooperativas agrícolas más longevas de Europa. Concretamente, en Val Venosta se aglutinan más de 150 años de buenas prácticas, que pasan de padres e hijos y que conjugan el respeto máximo por el producto y su entorno, con la tradición y las últimas técnicas.

Así, la Cooperativa cuenta con un sistema de riego de más de 600 kilómetros de longitud y que lleva hasta los cultivos agua procedente del deshielo de los glaciares del Río Adige.



Esta sostenibilidad también está patente en la lucha contra posibles plagas, descartando el uso de insecticidas químicos. ¿Pero, cómo consiguen los agricultores de Val Venosta mantener a las plagas alejadas de sus manzanas? Muy sencillo, creando en sus campos espacios que fomenten la proliferación de especies que se alimentan de parásitos, como las mariquitas, los murciélagos, los escarabajos o las abejas, por citar algunos ejemplos.  

Una historia única detrás de cada manzana


En Val Venosta, cada productor de manzanas cultiva un máximo de 3 hectáreas de campo. De esta manera, se permite una dedicación cuidadosa y minuciosa de cada fruto. Y ello se puede ver en la etiqueta de cada una de las variedades de Val Venosta, donde figura el nombre del productor que la ha criado. Así, a través de este enlace se puede conocer la historia de esa manzana.


En definitiva, si como dice el refrán “una manzana al día, mantiene al médico en la lejanía”, sin lugar a dudas, las de Val Venosta no sólo son un manjar saludable, sino toda una experiencia sensorial que convertirá su degustación en el momento redondo del día.